RECUERDO con gusto esa escena de "Indiana Jones y el Reino de la calavera de cristal" , la última película de la saga y la peor de todas, a falta de más visionados. Tan sólo salvaría la escena inicial, un homenaje a "American Graffiti" y una metáfora visual fantástica de la carrera nuclear entre EEUU y la Unión soviética, y ésta que comentaré ahora. Mi favorita.
Enfurecido me hallo ante los cientos de comentarios sobre la escena de la explosión nuclear y la nevera. No es un spoiler porque es prácticamente el principio de la película. Indiana es capturado por los rusos y llevado al Area 51, para que les indique dónde conseguir un objeto en concreto que desean. Escapa y llega a una zona de pruebas nuclear. La zona consiste en un pueblo fantasma, totalmente idealizado, de anuncio de los años 50, con muñecos en lugar de personas, colorines varios e hilito musical. Un decorado, vamos. Estando allí, se produce una explosión nuclear, Indiana busca refugio y decide meterse en una nevera, que saldrá despedida instantes después permitiéndole salvar la vida, saliendo ileso como el amo que es.
Todos indignados porque se salva de una explosión en una nevera. Que es imposible, que vaya flipada, que tal, que cual. Un par de comentarios sensatos he encontrado de todas las páginas que visité en su día. Explico y defiendo a Spielberg:
Las neveras de los años 50 estaban fabricadas de PLOMO (en la película se ve la inscripción), y se decía que podían servir para aguantar la explosión. Spielberg y cualquiera con un mínimo conocimiento lo sabe, o al menos le parece lógico, y quiso realizar su homenaje a ese terror nuclear de la época. El plomo se dejaría de utilizar más adelante por considerarlo nocivo. Puede que no sirviera para salvar la vida, me da igual, pero el motivo es real, es creíble, y no es una flipada.
Lo que no puede entender es cómo no se elogia esta escena como debería, porque funciona a todos los niveles y es una maravillosa metáfora visual. Esto es, cuando aparece Indy en el pueblo, perdido en el desierto, totalmente de postal, entra a una casa y se encuentra con una familia inerte. Son maniquíes. La casa es moderna, nada de madera, todo plásticos, colores vivos, muy moderna, del futuro. La impresión visual que da claramente es que Indy está fuera de lugar, que no pertenece a ese mundo, que parece alguien salido de un museo (cómo me acordé de la genial frase que le dicen en "La última cruzada" cuando Indy grita que la cruz de Coronado "debería estar en un museo": "Y usted también").
Indiana Jones es el héroe del látigo y el sombrero, en una época, los años 50, de superhéroes, en plena fiebre de los cómics, de los poderes, de los rayos X. Es una reliquia del pasado. Es una escena bellísima y a la vez muy triste, por eso Spielberg, como el putísimo genio que es, nos guiña el ojo y nos lo mete en una nevera, para conservarlo para siempre.
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